martes, 11 de septiembre de 2012

Relato 17° Sexo NO consentido en la iglesia... Parte 2



Habían pasado dos meses pero él no había dejado de recordar aquella tarde. Se despertaba de madrugada sudando aterrorizado. No comía, no paraba de rezar...no vivía. Su día a día era una tortura constante.

Y aquella tarde al terminar de oficiar la misa y empezar a abandonar el templo los feligreses, su cuerpo se heló. Allí estaban mirándolo desde un banco sin moverse. Con las cabezas un poco agachadas y los ojos clavados en él.

Cuando salió la última persona por la puerta, Bea se levantó. Llevaba un abrigo de paño negro anudado a la cintura y tacones de señora, negros también. Giró hacia la salida y al llegar a la entrada pasó el pestillo antiguo dejando cerrado el acceso. Se dio la vuelta y se encaminó hacia el altar sin desviar la vista del sacerdote, al que el miedo había paralizado completamente. En el silencio brutal sólo se oía un mantra de rezos. Muy bajito, como susurro desesperado.

Al llegar al banco donde estaba Mónica, Bea se paró, desanudó el abrigo y lo dejó caer por los hombros. Estaba totalmente desnuda. Su piel blanquísima deslumbraba. Parecía una virgen más... pero nada más lejos de la realidad....


Mónica se levantó, vestía una gabardina gris también con tacón oscuro, y las dos juntas avanzaron hacia el altar. Muy despacio. El padre no podía dejar de mirarlas entre hipnotizado y espantado. Bea se puso detrás de él y al oído le dijo: -Hola curita... ¿te has acordado de nosotras? Porque nosotras no te hemos olvidado...
Casi a la vez Mónica se desató la gabardina y al quitársela dejó al descubierto una polla de plástico perfecta y grande sujeta con un arnés de cuero negro...
El hombre se estremeció.
Mónica empezó a sobar la tela de la sotana a la altura del paquete. La otra mano agarró fuerte el pollón de imitación, que el padre no podía dejar de mirar ahora visiblemente conmocionado.
La mano de Bea se perdía por atrás en su culo, bajo el hábito.
Y como era de esperar, comenzó a gemir y las lágrimas se agolparon en los ojos, casi en el mismo momento que la sangre llenó su miembro y Moni se sonrió con toda la mala intención que pudo: Uy, uy, uy...está cachondo el curita...
Le dió la vuelta violentamente y le subió la sotana. Se escupió los dedos y continuó el trabajo de Bea entrando y saliendo de su culo.
Él, ahora frente al altar con todas las imágenes presenciando la escena, sintió que se mareaba de la vergüenza. Que su miembro profanaba la pureza de aquel santuario. Que no sabía como iba  a seguir dando misa después de aquello.
Y Bea, ya de frente a él, le cogió la mandíbula firmemente y le dio una cachetada: Por cerdo.
Retumbó en las paredes. Hizo más grande el silencio.
Otra cachetada: Por cabrón,
Y otra: Por perro.
Y otra más: Por tarado.
Le apretaba la boca. El hombre babeaba, colorado, histérico, mil veces confundido. Con el rabo reventando y el culo abierto por momentos. Dolor, impotencia, muchísimo calor. Era un trozo de carne en manos de aquellas dos pervertidas demoníacas.



Y lo agacharon de golpe. A cuatro patas con el hábito en la cintura. Lo dedos de Mónica entrando y saliendo del agujero. Paraba y escupía. Seguía apretando el falo de juguete con rabia, como si lo sintiera de verdad, esperando ansiosa clavárselo al cura. Follárselo con todas sus ganas. Llevaba toda la semana pensándolo. El cuero del arnés se resbalaba al pasar por la rajita de Moni. Sólo le faltaba gotear de gusto. Casi, estaba a punto...
Bea seguía dándole en la cara. Los bofetones se oían rítmicamente: plas, plas, plas...
Desnuda, perfecta, casi virginal... comenzó a meterle los dedos en la boca: Chupa cerdo, cómetela.
Simulando una polla que entraba y salía, como la del culo. Se lo estaban follando una por delante y otra por detrás.
No pudo más Bea y se empezó a tocar con la otra mano. Flexionó las piernas, las abrió y le puso el coño delante de la cara al cura. Estaba tan mojado que sonaba al pasar la mano. Y todo era tan violento que la mano se movía como si se lo fuera a arrancar. Igual que la que le desencajaba la bocaza al cura.
Todo entraba y salía armónicamente, ellas se morían del calentón. Él se moría del miedo.

Y Mónica empuñó el juguete y se lo clavó en el culo. Lo sujetó por la cadera con las dos manos. El hombre gritó aún con los dedos de Bea en la boca. Esta los sacó y le dió una sonora y contundente bofetada que le giró la cara. Le tiró del pelo: ¡Mírame perro de mierda! Cuando te joda mi amiga me miras, ¿entiendes? ¡Y no grites! Ahora me vas a chupar como el perrito que eres. ¡Saca al lengua!

Como pudo sacó la sacó y vio con terror como el chocho lleno de líquido de Bea se acercaba y se restregaba como animal. Y como animal gritaba cogiéndole el pelo y apretandose sin dejar de moverse: ¡¡¡Sí!!! ¡Así! ¡Come! ¡Mira tus vírgenes como nos miran muertas de envidia!

Al oír esas palabras el cura quiso morirse. Sin embargo su polla estaba más viva que nunca. Parecía que el rabo que le estaba abriendo el trasero la encendía sin que él pudiera hacer nada.

Bea se encontraba en éxtasis absoluto mirando  a su alrededor. Sintiéndose observada por todos los santos del recinto. Desafiando a Dios y a quien hiciera falta, gritó enterrando la cara del padre en su pelo púbico y se corrió con un placer nunca antes experimentado. Le costó mantenerse en pie: Ahhhhhhhhhhhhhh... chúpa todo, cerdo, trágate mi flujo, no dejes nada, que lo vean todos...

Miró a Mónica que seguía follando sin parar el culito vírgen y las dos sonrieron y se acercaron y se besaron enredando sus lenguas deprisa, más calientes y cachondas que nunca...
Bea izó al hombre mientras le olía la cara empapada en coño. Todo sin sacar la polla de plástico del ano. Mónica lo sujetó por debajo de los brazos y continuó metiéndole el nabo tieso sin descanso. Joder a ese desgraciado le estaba produciendo tanto placer que empezó a pensar lo que sería que la polla fuese de carne y suya... se mojó toda. El roce del clítoris con el cuero del arnés por abajo iba a hacer que se corriera: ¡¡Síííííííííí!!
No paraba de moverse. Falcada en sus tacones, poseída totalmente, sujetaba al párroco mientras se movía como una perra en celo. Por delante ya estaba Bea arrodillada: Y ahora cabronazo, me vas a echar tu leche en la boca...
Empezó a machacarle el pollón duro que tenía pegado a los labios. Se escupió la mano, se tocó abajo también, se reía ahora a carcajadas al ver el horror reflejado en la cara llena de babas de coño... ya con la mano llena de líquidos lo pajeó a gusto esperando ver el chorro salir... ¡¡Venga!! ¡¡Joder, córrete en mi lengua, perro!!
Y el hombre se desvaneció un poco con la mirada fija en el gigantesco crucifijo que tenía delante y notó un látigo, un escalofrío, mucho calor concentrado, un alivio infinito... dejó caer la cabeza y como si no estuviera allí, desde fuera de su cuerpo vio la lengua larga de Bea llena, llenita de semen blanco. La putilla jugaba, se relamía, se frotaba con la polla, con la leche, se la metía otra vez en la boca, no dejaba de chupar como si lo quisiera limpiar, dejarlo reluciente...
En ese momento se oyó un gemido largo e intensísimo: Ahhhhhhhhhhhhhhhh... Mónica se corría y se quedaba ensartada en las nalgas del cura, inmóvil y satisfecha: joder, qué cabrón eres, cuánto placer nos das, desgraciado, uffff...
El cura quedó en shock como la primera vez. Cuando le sacaron el bulto del culo se desplomó. Ellas se abrazaron. Allí en medio, desnudas, ahítas de placer, con la mueca de orgullo que deja acabar por fin lo ansiado. Se besaron mezclando semen y saliva. Con aquel trapo humano tirado en el suelo. Hecho un guiñapo. Violado, forzado, avergonzado hasta el extremo. La sotana arremangada, la carne blanquecina, tembloroso...
Así lo dejaron. Ellas recogieron sus abrigos y se fueron hacia la entrada con la cabeza bien alta y el ruido de los tacones retumbando en las vidrieras de colores. Se dieron la vuelta un instante para decir un: Volveremos, curita, antes de lo que esperas... 
Y lo último que el hombre vio antes de desmayarse fue el guiño del mismísimo demonio metido en el ojo de Bea mientras soltaba aquellas palabras...
            

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Relato 16º El chófer, las francesas y una más...

Sudando, como era habitual, manejaba Genaro el primer vagón del metro.

Es de esas persona que siempre, a la hora que sea y pase lo que pase, está sudado. Su cadena de oro al cuello, grande y pesada, hortera, brilla más por eso.

La camisa del uniforme, azul clara, luce pegada y abierta hasta el tercer botón, enseñando orgullosa el pelo en matojo rizado del pecho. A juego con el del bigotón y el de la cabeza, claro.
Castaño y abundante. Media melena setentera que combina con gorra motera cuando está fuera del trabajo. Aquí, en su asiento de la cabina, y para no perder su savoir fair se limita a colgarse las gafas de sol de pera, sus adorados lentes de judicial, en el bolsillo. Así sigue siendo él a pesar del uniforme. El espejo de los cristales reflejan todas las luces de las estaciones y los túneles. Todo un personaje el Genaro.
Sus compañeros se ríen de sus barbaridades. A ellas las desconcierta con sus guarradas y su sinceridad.  Una mezcla de asco, cariño y hasta calentura que no se explican muy bien porqué... sienten cuando lo ven.
Está cansado. Acaba ya el turno. Última parada y a cocheras.

Entra en la curva de la estación despacio. No hay nadie. El aviso de que no suba nadie yadeunaputavezquenosvamos brilla en rojo en las pantallas digitales: Este tren no admite viajeros.

De repente, un milagro. No se lo puede creer. Dichosos los ojos. Dos chicas se magrean en el andén como novias en celo.
Parecen extranjeras. Un lleva vestido corto de tirantes naranja y la otra camiseta y faldita roja. Las dos, sandalias.
Joder, bendito verano, piensa Genaro. Y benditas tortilleras, también. Se ríe como tosiendo, muy él...
Le ponen el paquete alerta. Una erección llega sin avisar y lo despierta de golpe.
Se están comiendo enteras. La de la falda le mete la mano por debajo del vestido a la otra. Y esta le agarra el culo a la primera. Están solas, es tardísimo, es normal. Creen que están solas.

¿Pero se piensan que no hay conductor? ¿Que no las veo? Qué ricas están, joder... y como se meten la manita y la lengua y todo... joder... -ya lo dice en voz alta. 
Cuando se pone cachondo pierde los papeles y la vergüenza, si es que alguna vez la ha tenido.
Genaro en acción.



Va frenando despacio para no perderse un detalle. Sólo piensa en el pajote que se va a hacer cuando esté solo ahora en cocheras. Una manuela al final de la jornada siempre alegra. No pocas se ha hecho este verano con las guarrillas encueradas, despelotadas, como las llama él.
Ohhhh... ha habido mucha inspiración!: cada muslito, cada pechito y sobretodo, cada culito... Mmmmm...
Se relame y detiene completamente el vagón.
Bajan los pasajeros. Todos. Se queda al fin vacío. Va a arrancar con su calentón a cuestas, al retiro ya... cuando ve en una de las cámaras a las dos chicas sentadas ya dentro del tren. Siguiendo con su fiesta porno. Repasándose ahora las tetas, eso sí, por encima de la tela.
A él, la tela le importa poco. Ya ha mojado el slip ajustado que lleva, todos sus slips son marcados y más de uno tanga. Estampados, lisos, pero siempre preparado para un polvo rápido y sexy, según su particular estética. Mete y saca este que rara vez ha llegado sin pagar o sin alcohol de por medio, mucho alcohol... Pero que él no se resiste a dejar de esperar porque aparte de tener más moral que cualquier guapote de portada piensa que siendo como es las pone cachondas y no se dejan, bien por guardar las formas, bien porque las descoloca lo nerviositas que las deja.  Y, amigos y amigas, esto entre nosotros, shhhhhhhh... tiene toda la razón... 

Pero volvamos al tren parado, al slip mojado y a las lesbianas calentorras que se están dando un masaje completo en un vagón al que no debían subir...
Genaro sin dejar de mirar la pantalla... arranca decidido. Respira hondo. Que coño, que sea lo que dios quiera.
Con suerte la vigilante de central no está mirando.

Pero Raquel, la vigilante, sí está mirando. Desde que estaban en el andén de la estación no les quita ojo. En casa está peor que mal con el marido. No folla hace muchos días, bien hace años, y se ha quedado embobada con las pavitas, igualito que un niño babeando delante de una pastelería de esas ricas y grasosas...
Nunca se había excitado con mujeres. Pensó que bueno, que no la veía nadie, que qué más daba, y como si su mano fuera por libre, se empezó a tocar por encima del pantalón. Sin cerrar la boca y sin darse cuenta de que esas chicas no se debían haber subido. Que ese metro se retiraba ya... 
No solo no se había dado cuenta sino que cada vez se tocaba más fuerte.
Y es que cuando las muchachas se sentaron, más cómodas, se pudieron toquetear mucho mejor, las manos no decansaban, ni las lenguas tampoco.
Cuando una le bajó el tirante a la otra y comenzó a chuparle el pezoncito, tanto Raquel como Genaro perdieron el norte. Ahora sí que esto se ponía interesante y muy, muy caliente.

La del pezón tocaba el coño de su ¿novia?, ya con el vestido en la cintura.

Y Raquel desde su cabina de vigilancia se bajó la cremallera del pantalón con la mirada perdida en el monitor. Perdida, perdida...
Metió la manita bajo las braguitas, un paseo por el pelito, abrió bien las piernas, se acomodó y cuando encontró el clítoris lo acarició despacio, dispuesta a disfrutar que ya le tocaba. Se le erizó el vello de todo el cuerpo. Se relajó por fin en muchos días. Qué sorpresón...
Estaba mojada, los dedos subían y bajaban por todo el chocho, despacio, resbalándose.

Genaro frenó al fin el metro. En un garaje infinitamente grande repleto de vagones vacíos que parecían dormir. Paró y se levantó como pudo teniendo en cuenta que toda la sangre de su cuerpo estaba concentrada en el rabo. Menudo paquetón tengo para vosotras, dijo en alto y como poseído, tan salido estaba que nada ni nadie le hubiera detenido cuando salió de la cabina cerrando la puerta de golpe y agarrándose el bulto del pantalón. Gran bulto, muy grande, por cierto.
No se oía un alma. Había eco. Los tacones de sus mocasines retumbaban en el metal.

Las chicas seguían a la suya cuando el vagón se detuvo. Entre risas pararon un poco y se dieron cuenta de que ya no estaban en la ruta normal.
En esto se abrió la puerta de enfrente y apareció Genaro. Sólo vieron a un cerdo cachondo con un pantalón tan abultado que si eso era todo carne, prometía ser descomunal.

Hola putillas, soltó sin ningún asomo de respeto y mucho menos de consideración. Pero con mucho aplomo, todo hay que decirlo.
Cuando las tuvo delante de él, una con el coño al aire y la otra con las tetas en el mismo plan, se sacó el cinturón, el botón, bajó la cremallera y liberó su enorme miembro ofreciéndolo gentilmente para la fiesta.

Mientras Raquel no daba crédito a lo que estaba viendo en la pantalla: ¡¡¡¡Qué pollón!!!! ¡¡¡Pero si es Genaro!!!
¿Qué hacía allí Genaro?
¡Pero si estaban en cocheras!
Joder, qué rico, joder, repetía como loca. No dejaba de tocarse, era imposible parar. Se hubiera follado la silla si hubiera sido posible.

Las muchachitas lejos de cortarse, de taparse o cualquier cosa que tuviera que ver con el aburrimiento o la sosería, se miraron riendo y sacaron sus lenguas para desesperar aún mas al conductor que tenían allí plantado diciéndoles cosas que en su francés nativo no entendían... y ni ganas de entender.
Estaban de vacaciones y sólo querían pasarlo bien. No conocían a nadie y estaban calientes como perras. Y no querían salir de allí sin correrse a gusto. Sólo querían comerse y chuparse hasta no poder más. Ya se sabe: a más km de casa, menos prejucios. De todos es sabido.

Morreándose las nenas, Genaro se desató. Se acercó palo en mano y les dijo con su salero habitual: Os voy a comer el chochito que os lo voy a dejar como un pantano, perrillas...
Vio que no lo entendían en su cara de ¿ehh? y enseñó la lengua meneándola como una serpiente. Lo cual fue suficientemente descriptivo, y más cuando les señaló la rajita y los ojos se le salieron de las orbitas.

Ellas sonrientes y coloraditas, se separaron y se pusieron frente a él sentadas con el coño por delante. Llenos de juguitos que a Genaro se le antojaban manjar de dioses... Ay mamita qué delicia... balbuceó como pudo.

Y probó de uno desesperado... y del otro de al lado también. Y volvía y comía, y chupaba. Y empezaba. Y las agarraba por las piernas y su lengua de cerdo se las comía enteras. Ellas calientes se sobaban las tetitas, se metían las lenguas en la boca y no podían creer que un hortera semejante, un guarro así, tamaño personaje, les estuviera haciendo el favor de lamerles la panochita mientras ellas se besaban tan a gusto. Nadie lo creería..

Raquel estaba en el delirio. Se metía los dedos pues ya se había bajado el pantalón y nada se lo impedía. Imaginaba que Genaro a quien le succionaba el coñito era a ella. Y podía casi sentir la carnecita moviéndose por sus pliegues y sorbiendo su flujo. Oh cielos, se venía... y pensando en Genaro... madredelamorhermoso... gracias Genaro... diosssssssssss!!!!!!!!!
Ahhhhhhhhh!!!!!!!!!! y fue la corrida más rica de su vida, la más disfrutada y la más inesperada....

Y casi a la vez las francesitas hicieron lo mismo en la cara de Genaro. Primero una se estremeció y lo empapó mientras su amiga se deleitaba en sus pezones y hacía que se arqueara como una gata...
Y luego Genaro en trance siguió con la otra para terminar la faena como un señor... Eso sí, antes la levantó, le dio la vuelta como a un trapo, pues a esas alturas no había asomo de voluntad; la apoyó en el respaldo y a cuatro patas le metió la lengua por el ano de la chica. La mató del placer.
Saboreaba el agujerito y ella gemía como loca...
La amiga miraba extasiada como aquel patán degustaba el culito de su compañera, que cada vez se abría más. Se regalaba enterito, todo lo redondo que era.

Y ahora, vente en mi cara, zorrita mía, mójame los bigotes como ella, chorréamelos... le dijo a la chica a la vez que la giraba de golpe y se escondía entre sus piernas como antes.
No tardó ni dos segundos la chica en gritar y en trastabillar palabras en francés o en sabe dios qué y en agarrarle los pelos y restregarlo contra sí. Y en caer rendida después de temblar en un orgasmo exquisito...

Raquel no podía apartar la vista. Ufffffff... menudo placer. En la vida le había pasado algo tan excitante. Su propia peli porno en las cámaras de seguridad. Casi compensaba los turnos de mierda que le había tocado hacer esa semana.
Si no fuera porque estaba tremendamente cansada se habría vuelto a masturbar.
Guardó todo en la cabeza para futuras pajillas, cómo no.

Genaro se levantó y casi les dio en la cara con el falo hinchado y duro como roca. Ahora queridas, se van a tragar esto, les dijo picaronamente sin que ellas entendieran un carajo. La cara hinchada y sobrada de él parecía decir: Como ésta en tu vida la has visto, nena.
Y casi podemos decir que de esa envergadura no la habían visto las chiquitas. Casi seguro...

Ellas agradecidas y muuuuuuy bien educadas, tiradas y deshechas, pero contentas y felices, comenzaron a mamarle el palo presurosas. Se lo repartían, entraba y salía, cada vez más mojado y lleno de babas y burbujitas.
Una se afanó en metérselo lo más a dentro posible y la otra se dedicó en exclusiva a chupetear la piel de los huevitos sin tregua.
Y Genaro allí plantado, sin perder la chulería, en su papel, seguro de que las volvía locas (y locas las había vuelto) pensaba: joder, joder, joder, ya estaba tardando en pasarme algo así...
Y las sujetó a las dos por la cabeza, Venga, perritas, que todo este rabo es para vosotras solas. A comer, a comer bien, no dejéis ni un rincón sin lengua, nenas.
Las chicas lo hacían tan bien y él había aguantado tanto que cuando gritó Me corro!!!!!!!!!
no les dio tiempo a quitarse siquiera un poco y las inundó de semen. Las puso perdiditas, hechas un cromo, a lo que ellas respondieron a carcajada limpia porque era lo más surrealista que les había pasado... y les pasaría...
Ahhhhhhhhhh!!!!!
Siiiiiiiii!!!!!!! Qué bueno!!!!!!!
Y Raquel mirando el vagón y sus ocupantes entregados al placentero fornicio pensó: Pues sí, claro que sí.... Genaro. Vaya que sí, qué cabrón. Te lo has ganado.
Además de que tuvo bastante claro que se lo iba a follar en cuanto tuviera la más mínima ocasión, y ya se encargaría ella de propiciar la ocasión. Vaya que sí, Genaro. Menudo descubrimiento.

Y colorin colorado, el cuento del chófer superdotado, las francesas cachondas y la vigilante mirona...se ha acabado. Se ha contado tal como ha pasado y espero de corazón, lo hayan disfrutado...

viernes, 31 de agosto de 2012

Relato 15° Sexo no consentido en la iglesia...


Eran las cinco en punto. Mónica y Bea se miraron, sonrieron y entraron a la iglesia. El templo estaba vacío, la luz entraba por las ventanitas. Y se veía el polvo en el aire.
-Debe de estar dentro-dijo Bea-Vamos.
Se encaminaron hacia la sacristía. Tocaron a la puerta y se oyó una voz desde dentro que decía: Pase.

 Y pasaron las dos chicas, tan cortas de falda como de moral. Tan aburridas como salidas. Tan irreverentes como atrevidas. Tan sedientas de venganza como cachondas.
-Hola padre-saludó Bea desde su camiseta de tirantes rojos y su faldita vaquera..
-Hola, hijas-contestó el cura visiblemente nervioso mirando hacia otro lado para no ver el escote de Mónica, que parecía llamarlo- No podéis venir así a la casa de Dios, tenéis que guardar un recato.
-Pero padre, no me diga que no le gusta- Y Mónica se apretó las tetitas haciendo canalillo y haciendo sudar al hombre.
-Hija, yo no soy hombre, sirvo a Dios. No juegues con eso.
-¿Con qué, padre?- y lo arrinconó con su camiseta amarilla a punto de reventar. No llevaba sujetador y se le marcaban los pezones exageradamente, y esas tetas tan ricas...
El cura casi se cae, pero se fue hacia atrás y lo sujetó Bea que en un movimiento rápido lo maniató con un pañuelo.
-Te tenemos hijo de puta. 
-¿¿¿Qué hacéis??? ¿¿¿qué queréis???
-Te vamos a follar cabronazo. ¿No te acuerdas cuando nos dejaste encerradas 5 dias porque nos encontraste tocándonos en el campamento hace tres años? ¿Cuando se lo contaste a nuestros padres y nos dejaron sin vacaciones ese año? Cuando nos metieron en el internado ¿¿no te acuerdas, frustrado de mierda?? ¿¿No te acuerdas??-le gritó Mónica muy enfadada mientras le tocaba el paquete.
-No, por favor, ¡¡no!! -suplicó el hombre desencajado- ¡¡No podéis hacer eso!!
-Ya verás como sí podemos... -le dijo Bea al oído desde atrás mientras le aseguraba el nudo del pañuelo.
-Cállate cerdo, o le diremos a todo el mundo que nos querías forzar.
-Ponte de rodillas ya, coño, venga, ¿¿es que no me oyes??
El cura se desplomó y casi lloraba de la angustia. Entre lamentos comenzó a rezar: -Creo en Dios Padre, todopoderoso creador del cielo y de la tierra... Creo en Jesucristo, su único hijo...

Bea le sujetaba la cabeza y Mónica se subía la falda y se bajaba las bragas. Se le acercó hasta ponerle el coño en la cara: -mira cabrón, un chocho, exactamente el que me tocaba ella esa noche.
Se dio la vuelta  le puso el culo en la nariz y lo restregó. 
No por favor- se oía entre susurros y rezos...
-¿Qué pasa? ¿Que te pones cachondo? No puede ser, tú no te puedes poner cachondo¿no señor cura? Eso es pecado- le decía Bea que sí se estaba poniendo muy caliente al verle el coñito a su amiga y ese culo, cómo lo movía, daban ganas de comérselo. 
Y soltó al cura que estaba en estado de shock arrodillado, llorando, y empezó a tocarle el chochito a Mónica, le metió la mano entre las piernas y la lengua en la boca hasta la campanilla.-Tía chúpamelo- le pidió Moni- me está poniendo muy cerda este cabrón llorando. Seguro que está empalmado el muy asqueroso. Uffff...

Bea se agachó y la lengua la metió ahora en el clítoris, le chupó todo el pelito y los labios y todo lo que encontró. Mónica se retorcía con las piernas abiertas y se sacaba las tetas de la camiseta amarilla. Grandes y duras. Cogió la cabeza de su amiga y la apretó para restregarle el flujo por toda la cara. Miraba al cura y le decía: mire que perra soy y como me gusta que me chupen hasta correrme. Mire la lengua de Bea, mire, padre, qué putita es, cómo le gusta chupármelo todo...
Bea paró, y relamiéndose la cara mojada le dijo: date la vuelta putón, que vamos a enseñarle al curita como te meto el dedo.
Dicho y hecho, el culo de Mónica pasó a primer plano y Bea comenzó e meterle el dedito , paraba y escupía y seguía el dedito su camino... Paró y le puso la mano en la cara al cura. Le metió el dedo en la boca. El hombre empezó a respirar con dificultad. Repetía como un latiguillo: no por favor, no, por favor...

-Pues va a ser que sí- y Bea lo tumbó y se puso encima de él de pie sin bragas y a la altura de la boca se bajó y le meneó todo el conejo. A la vez Mónica, caliente como ella sola le subió la sotana y soltó un grito de asombro al ver un enorme pollón tieso como un palo. 
-Joder con el párroco. Si lo sé te violamos antes. Mira qué rabo cariño. 
Pero Bea estaba muy ocupada masturbándose en la nariz del padre. Parecía poseída. No paraba de moverse. Sólo se oía un murmullo ahogado. 
-Saca la lengua perro, chúpame, así, así, perro- le gritaba entre jadeos.
Mónica le chupaba la verga desesperada, se la metía entera, le escupía, se la volvía a meter. 

Si alguien hubiera entrado en ese momento hubiera alucinado. 
Bueno, se hubiera puesto muy cachondo, pero mucho...
El cura atado, tumbado, con la sotana arremangada en la cintura. Una chica encima de su cara moviendo el coño desde atrás hacia adelante sobándose las tetas, pellizcándose los pezones, con los ojos cerrados, completamente extasiada... y otra a cuatro patas chupándole el pollón, un pollón enorme, duro, rico y lleno de saliva, chorreando babas... a cuatro patas con el culo fuera.

-Bájate Bea, ven a comerte esto conmigo que ahora nos la vamos a meter enterita.
-Mmmmm... voy para allá. Ay qué rico, por favor...uff, estoy empapada, este cabrón me ha mojado toda. 
Levantó la pierna y la pasó por encima dejando al pobre hombre lleno de líquidos, rojo como un tomate y rogando al cielo como podía: por favor, no me hagáis esto... no me hagáis esto, ¡¡¡señor ayúdame!!!

Bea bajó hasta que tuvo la polla delante , Mónica se la puso en la boca y  empezaron a chupar como dos zorritas mientras miraban al cura y se relamían...Y se besaban y chupaban y las lenguas se paseaban, jugaban y se enredaban. De repente una se metía el pollón entero, luego la otra...
El cura iba a reventar, luchaba con todas sus fuerzas pero su cuerpo iba por libre. Estaba demasiado caliente para poder moverse. Intentaba concentrarse, cerrar los ojos, pero aquellas dos putas no le dejaban. Siempre había sabido que eran una guarras pecadoras pero esto clamaba al cielo...
Nunca había hecho nada así. Se encontraba en un estado de confusión, le dolía el cuerpo, la polla, los huevos, intentaba que no se hinchara pero era demasiado tarde...

-Cariño, vamos a follárnoslo, no puedo más-Y le comió entera la boca a Bea.
Esta sujetó el rabo y Mónica se sentó a horcajadas y empezó a subir y bajar...Joder, qué polla, qué bueno, qué gusto, cabronazo. ¿A que te gusta mi coño? ¿A que te gusta como te aprieto? ¿A que te gusta como te follo?
Y mientras se besaban y se sobaban y se toqueteaban las tetas. Y Bea se masturbaba y le enseñaba el panorama al cura, casi poniéndole otra vez el chocho en la cara... Hijo de la gran puta, eres un hombre como todos y te vamos a follar como cerdas. Y vas a saber lo que es correrse de gusto.
-Nooo, nooo-no podía ya ni hablar, era demasiado ya para él. Intentaba no sentir pero como no iba a sentir si es que donde mirara veía culos, coños, tetas, lenguas, zorras...

Entonces Bea dijo: yo quiero polla, quita que yo quiero, quiero polla, yo quiero también...
Y Mónica se salió, se agachó y la chupó, la saboreó, se la zampó bien y la preparó para que se la metiera su amiga.
-Sube mi niña, toda tuya-le dijo mientras le guiñaba un ojo.
Y Bea se montó y como loca se folló al cura, como si estuviera tirándose a un cacho de plástico, como si hubiera pegado el consolador al suelo. Se movía como un resorte, como si fuera un muñeco...
El hombre no hablaba, estaba en trance, se estaba poniendo morado literalmente. Mónica le puso las tetas en la boca. Él intentaba mirar para otro lado pero ella le tenía la mandíbula agarrada: aquí cerdo, mira aquí, cómetela, que sé que te gusta! -Nooo-y lloraba y se desesperaba.
Y la teta lo ahogaba mientras por abajo le exprimían y usaban hasta sacarle toda la leche.
-Este curita se va a correr... Siiii- Y Bea se corrió en la polla de aquel hombre mientras se tocaba el clítoris y saltaba literalmente. Casi se cae desmayada...
Se salió, le dio el tiempo justo para cogerle el pollón y menearlo como una zambomba provocando una corrida de impresión. Nunca habían visto a un tio llorar mientras se corría y menos gritar que no. 
Salió la leche, y con toda la mano mojada se fue hacia la boca y le metió los dedos dentro y se los refregó: -tu lechita, cerdo asqueroso. 
Y ten cuidado con lo que haces, te vamos a seguir follando cuando nos dé la gana. Te vamos a seguir poniendo cachondo perdido, a enseñartelo todo en cualquier sitio. Vas a ser nuestra perra cachonda. Te enteras, ehhhh! Mira como se pone Moni cuando te cojo la carita y te regaño. Mira qué putón, eso le pone muy cachonda...
Y Moni se tocaba el coño, se le resbalaban las manos, se iba a correr mirando la escena, viendo al cura chupar al leche de los dedos de Bea...
Y se corrió como una bestia. Chilló y se retorció. Por fin se habían vengado de aquel cabrón reprimido. Años esperando esto.
Se colocaron la ropa y le soltaron las manos. No podía reaccionar. 
-Si te hemos hecho un favor. No te quejes, muchos matarían por esto. Te lo aseguro...putita. Mmmm...vas a ser nuestra putita. Nuestra polla particular... Adios guapo...
Y saliendo de la iglesia se rieron a carcajadas y se besaron muy fuerte. Moni le cogió el culo a Bea: -Ufff, me pones otra vez, pero qué putón eres, ¿te ha gustado esa polla, ehhh?
-Ya te digo cariño, ya sabes, cuando quieras la tenemos. Tenías que haberle pegado. 
-Jajaja...la próxima vez, ¿no?
                                                

martes, 28 de agosto de 2012

Relato 14° Necesito tres tías.


Necesito tres tías. Tres.
Para no pensarte tanto.

Una que me chupe los huevos, que los llene de babas hasta que chorreen.

Otra que me meta la lengua hasta la garganta. Que no me deje hablar y me obligue a concentrarme en poder respirar a la vez. Que mueva los labios, la lengua, y la cabeza mientras jadea en mi cara. 
Cerraré los ojos. Que no lleve perfume.

Y la tercera que se deje tocar el coño por debajo de la falda. Y que le guste tocárselo a su amiga, la que me besa.
Porque son amigas, ¿o no?
La verdad que me da igual. Mira, mejor no. 
Voy por la calle, elijo y me las traigo a casa.
El único requisito es que me hayan mirado. ¿Cómo serán?

La primera es bajita, con poco pecho pero con un culo redondo y hermosote que se marca con las mallas, que serán rojas. Me gusta el rojo y en un culo más. Es guapa, va pintada, eso no me hace mucha gracia pero bueno, va. A esta la pondré en los huevos salivando, que tiene boca para eso.
La segunda es rubia, más mayor, pelo corto, buenas tetas, llenita, enseña muslos con una falda de tela estampada. Está muy apetecible, muy rica. Esa es a la que le meteré la mano y le sobaré el coñito hasta que me moje. Va a tener suerte. Se va a correr enseguida. Toco muy bien. Despacio y preciso. No es porque yo lo diga, es que lo compruebo húmedamente hablando. Y me lo dices tú, cariño, que lo sabes bien.
La última es la que me besa. Yo no la beso, ella es la que me besa. Desesperada. Muy caliente. Está tan caliente que no sabe qué hacer y me besa muy rápido. Acelerada. No lo sabe aún, pero la rubia llenita de antes le va a meter mano mientras me besa. 
Ahora caigo, por eso va a estar tan acelerada. Uy, uy, uy, ya van dos mojadas, a ver qué me invento para la que tengo abajo ocupada en mi escroto.

Me tengo que preparar. ¿qué haré?
¿Me desnudo o dejo que lo hagan?
La bajita del culazo va a ser la más espabilada. Es jefa en su curro y está acostumbrada a mandar y a hacerse la lista. 
Me preguntará por la casa, si vivo solo, dirá: -me gusta ese cuadro, es muy ochentero, ¿no?- Pero qué simpática la muy idiota... por eso cuando se me siente al lado como si me conociera de toda la vida, me ponga la mano en el paquete mirando a las otras con cara de: -no sé qué hacéis aquí, si a este me lo follo yo sola- me bajaré la cremallera despacio, me sacaré la vergapiedra que tendré ya y le susurraré: -nena, chúpame los huevos como tú sabes, que seguro que lo haces mejor que ellas- y la imbécil se pondrá a cuatro patas y empezará a succionarme con absoluta dedicación.

¿Nos tomaremos algo antes?
Sí, creo yo, un vino, ¿tengo? Bueno, lo compro. Relajará los nervios.
En el ascensor sin que se den cuenta las otras le tocaré el culo a la rubia, joder, con la rubia, se lo va a pasar de puta madre. Mira qué suerte.
También es que lleva falda y claro, el momento ascensor es suyo. Se quedará muda, tragará saliva y no dirá nada. Pasaré mi mano por la cintura y bajaré hasta cogerle la nalga y despacio meteré la mano entre las dos piernas. Qué tela tan suave la de la faldita. Es de florecitas, de vuelo, una gozada. Para ella también es una gozada, se ve... Vamos que si toco mucho se notará hasta la mancha. Los dedos por debajo tocarán las bragas. Momentazo erótico y mojado donde los haya. Tocar cuando nadie sabe que tocas. Y la que lo sabe no puede decirlo. Pero sí que puede empaparse y además trabarse con las palabras. Por eso normalmente no habla. Muda se quedará la rubita.


La que me va a besar es flaca, no demasiado, Lleva vestido de punto, gris ajustado con medias grises también. Tiene el pelo rizado, es la que más se parece a ti. Sólo es el pelo pero así si abro los ojos un poco cuando me bese veré rizos.
Le gusto, a las otras no pero a esta sí. Me besa en la cocina. Puede que... a ver, uhmm, sí, digamos que ha terminado una relación, la han dejado mejor, le han puesto los cuernos. Sí, eso. Autoestima por los suelos. Y de repente, plan misterioso en su vida. Soy atractivo, no estoy mal. Digamos que ligo normalmente. Bueno, digamos que de tres, a una le gusto. Como en este caso. No está mal la proporción.
Y eso, que voy a la cocina a por el vino y se viene conmigo. Y me habla de sus vacaciones, que ha estado en el pueblo, le hacía falta desconectar...¿¿y a mi qué?? En fin, la dejaré terminar, sonreiré y le diré que está muy buena, pero mucho...y le daré la copa. A ver si bebiendo se calla. De repente me besará así como poseída, se morderá los labios, sonreirá y saldrá hacia el salón más decidida y segura que cuando entró. Bueno, ya que no me ha dado asco para qué probar más. Decidido: esta me besa, que no lo hace mal.

Me gustaría no necesitar que me besaran, pero así me evadiré mejor, sensaciones a tutiplén. Cerebro ocupado y cachondo.

                                      
A ver, que me pierdo. La bajita me comía los huevos, sí, ya. Y me tocará decirle a la rubita que se saque las tetas. Le diré-qué pedazo de tetas tienes- ¿no os parece? y algo como -tú, tócaselas- a la flaca. 
Se calienta muy rápido el tema. Porque la flaca tan moderna ella, las cogerá con las dos manos y me mirará riéndose y muy pícara ella soltará un -¿se las chupo? Pues sí, pava, chúpaselas, que lo estás deseando. No lo digo, claro, me limito a asentir con la cabeza y a pensar en que luego va a chupar más cositas.

-A ver, chicas, una a cada lado- las organizo en el sofá. Ahí es cuando le empiezo a tocar el chocho a la rubita y esta a su vez hace lo mismo con la flaca. Que ya se ha lanzado a comerme la boca. Como si fuera algo mío, la tía. En fin...
No os he dicho que a la rubita le gustan las tías y mucho. Realmente ha subido a mi casa porque la besucona le pone. Y se empezará a notar bastante, justo ahí. Cuando se intente colar en nuestras bocas y se queden al final ellas dos solas con sus respectivas lenguas. La flaca encantada porque su autoestima se está recuperando a pasos agigantados. Sentirse deseada es lo que tiene. Me alegro por ella, mira...

La bajita se está tragando mi polla y veo que se va a subir peligrosamente. No, no, quieta. Tengo que hacer algo. Dominar la historia.
Ya: -¿Os habéis comido un rabo a tres bandas?- Y se lanzan a ello. Pero se superponen, no les sale fluido, así que mejor las pondré a cuatro patas en el sillón de forma que yo me quede de pie de trás con los tres culos enfrente y mi polla en la mano. Acariciándola para lo que viene. Qué banquete.
Les sobo los culos, los coños, todos mojados. Se mueven, separan las piernas. Se morrean entre ellas. Aprovecho la vena lésbica de la rubia, la levanto y le digo: -Siéntate en el suelo, apoya la espalda en el sillón y haz la cabeza hacia atrás, cariño, que quiero ver como te comes un coñito- y así lo hace feliz de la vida. 
La flaca se retuerce cuando empieza a devorarla por abajo. Aprovecho la postura y le sobo las tetazas a la rubia que casi está ahogada pero de gusto. La bajita sigue a cuatro patas muy calentorra y sin que nadie le haga nada. La pobre. Que aprenda y se aguante un poco. Menea el culo buscando que la toquen. Y le doy unos azotes. Y grita. Y le digo -Qué culo, nena, qué rico está- Y vuelve a gritar. Vale, ya, me la follo. A lo bestia, por gritona. Le tengo que tapar la boca. Mejor que la flaca la bese, estando las dos tan cahondas y con la boca tan cerca será es lo más lógico.

Ahora el toque de gracia. Saco mi rabo de su coño y tiro de la cabeza de la rubia que se había extasiado en los flujos de la flaca, y le meto la polla hasta la garganta. Y le digo a la flaca que le devuelva el favor a su amiga , porque ya serán amigas, ¿¿no??, y que se papee el coñito rubio comodiosmanda. A lo que ella súper ida ya, responde levantándose presta y diligentemente. 
Mi polla sigue alternando el coño de la jefa chulita y la boca de la lesbiana rubia. Con una precisión estupenda. Muy bien todo. Las tres en su salsa. Disfrutando como perras. Se ve que les hacía falta. Lo digo por la entrega.

Ya tocará variar. 
Me voy a follar a la flaca que tiene el culito en pompa y la cara enterrada en el coño rubio y carnosito. Ahí voy. Pega un brinco cuando se la meto pero reacciona bien... si soltar un -¡joder!-alto y claro es reaccionar bien. A la bajita que era "la chula" y se ha quedado en "la pasmada" tengo que decirle: -Siéntate en su cara-señalando a la rubia-y no te muevas hasta que te hayas corrido- 
La rubia, que mira que se las prometía felices pero nunca imaginó esta maravilla, se relamió los flujos de la otra y se dispuso a recibir los nuevos. 

Perfecto, todos encantados. 
Ahí tendré que esperar un poco, seguir bombeando hasta que se corran. La flaquilla veo que se toca ella, chica lista, así que se correrá también. 
Y cuando las tenga desmayadas y felices les daré mi leche a las tres, que medio desnudas, coloradas como tomates y más amigas que nunca, recibirán en sus bocas y en sus caritas como final feliz, feliz. La rubia en sus tetas también. Que las tiene cogidas consciente total del éxito que han tenido. Chupetean el semen, se chupetean ellas, se miran, se ríen. A mi ni puto caso, justo como quería.
Quedarán entre ellas, lo veo venir.

Y sale de mi un -Señoritas, me voy a duchar- "que os den" continúa la frase en mi mente.
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Y bueno, eso más o menos es lo que necesito para no pensarte tanto. 
Tres tías. Tres. 
Las elegiré en la calle. Sip...

Y lo he conseguido, en este rato no he pensado en ti. Bueno, cuando los rizos sí. También el coño carnoso era tuyo. Joder. Vale. Y alguna cosa más. Ya está. No pienso hablar más. Voy a tocarme. 

Necesito tres tías. Tres.


lunes, 27 de agosto de 2012

Relato 13° Sólo tu dedo...




Tumbada en la cama sólo veo tu dedo. Parte de esa mano que hasta en fotos me deshace.

Y lo que da de sí tu dedo. El mismo que ahora me señala al perchero...

Me levanto completamente desnuda, cojo el pañuelo negro, me lo ato a la cabeza tapandome los ojos. Bien, no veo nada.
Me pongo en la cama, que está a nivel del suelo. Caigo deliberadamente de rodillas. Así, tiesa, erguida. Me quedo quieta.
Y... tu dedo busca en mi pelo. Es lo único que siento. No quiero ni respirar. Despacio se mete entre los mechones y presiona suave mi cabeza. Hace caminitos. Suficiente para erizarme el vello.
Hago la cabeza hacia atrás. Estás de pie, atrás, y el dedo resbala hacia mi frente, nariz, boca... Se mete dentro, lo succiono. 
Juega, busca, entra y sale. Sé que te pone mucho follarme la boca con el dedo. Intento atraparlo pero se escapa.
Entonces me coges las manos por detrás y las atas con otro pañuelo. Abro las piernas para mantener el equilibrio.Hay movimiento. Me pierdo un poco.
Te oigo ahora delante de mi, te arrodillas justo enfrente. Puedo sentir tu respiración. No hablamos. Mis pezones se ponen alerta y parece que han llamado tu atención. Basta un roce mínimo para poner en guardia mi cuerpo entero.
Sin visión es infinítamente más intenso ser tu juguete.


El dedito comienza a pelearse con el pezón, lo intenta mover de su sitio pero... sólo consigue que yo me moje, me hinche abajito y me cueste estarme quieta... Uffff, ahora dibuja una línea imaginaria hasta el otro pecho y empieza a rodear al pezoncito izquierdo. 

Todo mi mundo se reduce al movimiento de tu índice. 
Me esfuerzo por averiguar que hará después...
Sube a la boca despacio buscando refrescarse, lo lleno de babas, alivio su sed...  y bañado vuelve a las puntas de mis tetas...primero una, después otra.
Está muy húmedo y los calambres de gusto que llegan a mi coño son brutales. 

Agacho la cabeza y escupo en mi escote de forma que noto la gota de saliva bajando a la vez que tu la interceptas y la extiendes por toda la areola.
Me sale la risa tonta... Shhhhhhhhh... me dices. Sé que miras mis labios. Me los muerdo. Al llevar las manos atadas me arqueo más. Saco las tetas. Y tú acercas tu boca y acompañas al dedo con tu aliento.
Intento aguantar... es muy difícil no moverme.

Continúas el viaje hacia el ombligo y se me pone la tripa como una piedra. Te paras, sigues, te paras, sigues. Cabrón... digo muy bajito. Casi sin fuerzas. Me tapas la boca con la otra mano, suave. Y sigues bajando hasta chocar con los rizos del pelo del pubis. Siento que me mareo un poco.




Rascas, investigas, te enredas, te recreas...noto cada milímetro de mi sexo pendiente de tu dedo. Te agachas, sigues al dedo con tu respiración caliente y la que hierve soy yo...
Concentrada en no caer, mi cuerpo entero se centra en el recorrido de la yema de tu jodido dedo que remolonea alrededor del clítoris porque sabe que lo esperan, porque sabe que este chochito chorrea por él.

Inesperadamente tu lengua toca de refilón mi teta y no puedo más. No puedo... Sí que puedes me dices. Shhhhhhhh... Y me vuelves a tapar la boquita. Y aprovechan tus otros dedos para abordar mi boca y yo desesperada me los como, los babeo enteros.
Mientras el dedo mágico está casi saludando a mi botón de placer extremo... Que está rendido y crece por momentos... Cuando por fin lo tocas solo puedo pensar que puedes hacer conmigo lo que te dé la gana.
No veo nada, estoy atada, me vas a volver loca. De hecho, ya lo estoy. Devorando tu otra mano como una perra hambrienta. Me duele el sexo de lo hinchado que está. Te suplico, no sé para qué....como posesa me sale un Por favor...
Shhhhhhhhh... espera, aguanta...me dices despacio. Mi respiración está entrecortada, agitadísima. sólo me guían los pinchazos que van de mi coño al cerebro. Mi cuerpo es de plastilina. Mis piernas de mantequilla. Mi tripa se deshace. Aprieto el culo... que también sale hacia fuera. Joder, aquí va cada uno por su cuenta. No puedo controlar nada...

Te paras. Te vas de mi. ¿¿Qué haces?? Estoy sola, de repente. No me tocas. ¿¿Dónde estás??
Te has dado la vuelta. Otra vez detrás... Estoy nerviosa. Muy cachonda. Demasiado alterada.

Me estás desatando las manos. No sé qué vas a hacer. Apóyate, me dices al oído. Y según me lo dices creo morirme del gusto.... Sí, atino a decir. Me quedo a cuatro patas. Descanso.

Sigues detrás.
Te regalo mi culo.
En pompa. Perfecto. Redondo. Sé que la tienes dura. Sé que te estás tocando. 
Yo sigo con la cabeza levantada buscando en el aire tu olor como ciega. Abandonada a tu suerte.
Y tu suerte dice que ahora me escupes tú en el culo. Certéramente cae en el agujero. Me sacude entera la gota. Lo aprieto más. Vuelves a hacerlo. Y tu dedo lo esparce muy suavito. 
Hace pequeñísimos círculos y baja buscando otra entrada hasta encontrarla...
Me agacho hasta apoyar mi cabeza en el colchón para centrarme sólo en tu dedo y mi vagina.
Tan mojada ella que cuando entra, el dedito parece que va solo. Dentro, fuera, dentro, fuera. Yo intento aprisionarlo, lo quiero para mi sola ahí adentro, atrapado.
Te paras otra vez para volver a echar saliva, esta vez en tu dedo porque no noto nada.
En la oscuridad del pañuelo que llevo en los ojos imagino lo que ves: mi culazo abierto emanando olores de celo puro, empapado el coño en el centro y tu dedo lleno de flujo y de babas paseándose a su voluntad ... tu maravilloso dedo visitándolo, tocándolo por dentro, reventándolo del calentón.... Reconociendo cada rincón, cada pelito, cada trocito de carne...Puro porno es lo que ves... Desquiciándome sin hacer apenas nada, recreándote en todos los detalles. Regalada a ti, dependiendo por completo de tu imaginación... Se me antoja lo más erótico del mundo...
Veo nítidamente tu índice porque lo conozco tanto como él a mi....

En esas has dejado el dedo quieto, apuntando y yo soy la que se mueve follándoselo. Me tienes agarrada por la nalga y sigues el vaivén. Quitas la mano. No se qué haces. Ni me entero porque estoy tan caliente que no pienso. Sólo follo, sólo sexo, sólo dedo, sólo coño... Culo en pompa de adelante a atrás, y así una y otra vez... Puedo ver el pelito lleno de flujos. Tú jugueteas por fuera despistándome... y vuelves a meter y sacar. No paras. No pares...
Meto mi mano bajo mi cuerpo para tocarme yo mientras tanto. No veo nada y las sensaciones se multiplican por mil. Únicamente pensar en cómo nos veremos desde fuera, pensar en el pañuelo atado tapándome los ojos, en mi postura, en ti detrás, muy cerdo, relamiéndote, disfrutando, controlándolo todo, uffffff

Ya estoy masajeando mi clítoris cuando me agarras otra vez, ahora con las dos manos y siento que me atraviesas... Ahogo un grito. Tu polla inmensa y rica está dentro, hasta el fondo. Dura, gorda, deliciosa, tremenda...y me está jodiendo bien, muy bien...
Y yo tocándome... Sí, sí, sí, fóllame, fóllame, ... Y ahora tú tampoco puedes pensar porque te reventaba la polla por meterse en el agujero y ya está, ya lo has hecho y eres un animal que no piensa, sólo siente el gustazo. Sujetas el culo firmemente y sientes el calor, el hueco  hirviendo... y sólo puedes decir: Córrete en mi polla... Córrete en mi polla...

Y yo al oirlo me voy completamente, me corro, me dejo, me reboso, me vienen todas las sacudidas a la vez y te aprieto el rabo tan fuerte que casi te corres tú.
Como un trapo me quedo tirada...Quiero tu leche, dámela... te suplico...
Me das la vuelta, me quedo tumbada boca arriba, abierta y vencida. Exhausta e hinchada. Te acercas de rodillas a mi boca. Te la mueves rapidísimo. Me caen gotitas de sudor de tu frente a mi cara, a mi boca. Las saboreo, joder... ¡Ya! ¡Oh! Y tu leche se mezcla con el sudor y mi cara se llena de tu semen y vuelvo a pensar que tenemos lo que muchos sueñan, mmmmmm, y en que estás muy bueno, y en el trozo de tela negro manchado, y me río...
Me quitas el pañuelo subiéndolo por la cabeza y me besas tan profundo que se todos los sabores se vuelven uno, bueno dos: tú y yo...
Y de golpe verte la cara y verme a mi, abrazarnos....
Me molesta la luz un poco, cierro los ojos y busco tu mano... Cuando la encuentro la llevo a mi boca, pero entera no... sólo el dedo, ese dedo cachondo que me ha vuelto loca y al que chupo devotamente agradeciéndole este orgasmo infinito.
Y revolvemos la cama hasta las tantas en un trance contínuo y nos comemos enteros, nos chupamos, nos besamos hasta que caemos muertos.... Y repito todo el rato que te quiero, cabrón, te quiero mucho...

Y toda la mañana del día siguiente con esa sonrisa idiota, claro. Y a ratos cerrando los ojos... ;)



viernes, 24 de agosto de 2012

Relato 12° En el baño del garito



Lo sentí. Sentí el bulto en mi culo. Y se me puso dura. 
Bailábamos la música pachanguera y petarda que nos hacía creer que estábamos en una verbena en agosto, pero no. La realidad se llamaba "garito de Chueca", ni sé el nombre. No podría decir donde está pero sí como son los baños. Con todo lujo de detalles.

Esa noche salí con César a cenar. Somos colegas desde hace años y quedamos de vez en cuando. Ahora coincide que estamos sin pareja los dos. Yo hace menos, por eso llevaba días insistiéndome en liarla para que se me olvidara el mal rollo.
Cenamos más que bien y nos tomamos algo en un par de sitios. Vamos a Chueca, Iván. Te vas a reír, hazme caso. Pero, ¿a Chueca? es que no sé. Yo no estaba muy convencido porque nunca había estado en un bar que no fuera hetero claramente. Pero a las cuatro de la mañana no estaba yo para decidir, así que cuando me di cuenta entrábamos en un pub donde había de todo. Quiero decir parejas gays, lesbianas, y gente más o menos sola. También heteros, supongo. Si estábamos nosotros habría más...

César es muy cachondo, más atrevido que yo, en el sexo y en todo. Creo que es la persona que menos prejuicios tiene de las que conozco. 
A la segunda copa me vi en medio de la pista casi haciendo corro con la gente. Me hacía falta desconectar y puedo decir que estaba perdiendo los papeles...qué gusto.

Una chica muy guapa se puso en medio de los dos con los brazos arriba mientras meneaba las caderas. Rubia, de pelo largo. Llevaba un vestido negro no muy ajustado de tirantes anchos. Y medias, porque le brillaban los muslos y al rozarla una vez sin querer la noté muuuuuy suave. No pude evitar mirar los zapatos. Me ponen cachondísimo los zapatos. Uffffff...llevaba tacones negros, sandalias brillantes, de charol. No muy altos porque ya era alta.
Y muy sexy. En un segundo nos imaginé a los tres follando. En cualquier otra ocasión me hubiera visto yo solo con ella, pero no sé porque en ese momento me excitó más algo que nunca había hecho: un trío... y qué mejor que con César, un amigo, y esa pedazo de tía.
Fue un segundo, el tiempo justo para que se pusiera detrás cogiéndome por la cintura y se restregara. Y lo sentí y se me puso dura. Coño, ¡es un tío! pensé. Pero me balanceaba con ella y pensaba en ELLA. Joder, me estaba dando gusto. Mucho, demasiado. A ella también. Le notaba el bulto, apretado como si lo tuviera muy sujeto pero ahí estaba, como una piedra. 
A la vez las tetas se clavaban en mi espalda, y qué tetas. Claro, también como piedras.
César se puso al lado, muy cerca y con el cubata en la mano derecha pude ver como su mano izquierda se iba detrás nuestro. Le estaba tocando el culo.

Por una vez en mi vida me dejé llevar. No me conocía nadie y quién sabe si aquello se iba a volver a repetir. Ya me rodeaba con sus brazos y me pasaba los dedos por los pezones, lo que faltaba. Eso ya me descontrola totalmente.
Me reventaba la polla en el vaquero. Y a ella en el vestido. Cómo se apretaba. Nunca había notado nada parecido así por detrás. Y me gustaba. Mi amigo estaba encantado y se reía a carcajadas. Le hablaba al oído. Estaban tan cerca que podía oírlos. ¿Cómo te llamas, preciosa? Yo Violeta... ¿Y tu amigo? Él, Ivan y yo César, aunque veo que te interesa él más. Y se reía a voces el muy cabrón.

Estáis los dos muy buenos se relamió Violeta. Pues anda que tú soltó César y saco la lengua muy cerca de su boca, ella también la sacó y de repente las tenía jugando en mi oreja derecha, echándome el aliento en el cuello y poniéndome caliente como un mono. En ese momento me habría follado una mesa si hubiera sido posible.

No me dio tiempo porque noté que me meaba, me enderecé y como pude les dije que bajaba al baño. Al girarme oí a Violeta decir que si era la primera vez que íbamos a un sitio así y se reía mientras se mordía el labio... Joder, era muy guapa, qué raro era todo...

Ahora me tocaba bajar las escaleras. El baño era grande, había varias puertas, fui a la última. Entré. Me bajé los pantalones y meé. Me costó un poco pero otro gustazo para la noche.
Me quedé alelado. ¡Ivaaaan! ¿dooonde estaaaaas? los escuché a los dos, muy claro, ya sin la música de fondo. Aquí, dije sin pensar en nada y con el pantalón desabrochado.
¡Ábrenos! se reían...
Abrí y me hice hacia atrás. Guau... volvió a relamerse Violeta. Y estiró la mano al paquete. Se pegó a mi casi cayéndose, frotando su polla con la mía. Se me empezaba a poner tiesa otra vez, claro. Me chupaba el cuello. Ay, eso no, el cuello no, por favor, pensé, si es que podía llamarse a esto pensar...
La cogí por la cintura y me tropecé con las manos de César que estaba detrás de ella haciendo de la otra tapa del sandwich.


Madre mía, nunca había hecho nada parecido, si yo era muy convencional, y muy tranquilo y muy normalito y... y en eso se agachó, y en cuclillas nos sacó los rabos a la vez y mientras nos miraba se los metía en la boca. Parecía una película. Qué bien lo haces, nena, cómo te las comes... Oía pero era como si yo no estuviera. Estaba intentando no  perderme ni un detalle de la situación. Era lo más sexual que había hecho nunca. Tenía unas ganas de follármela y que se corriera...pero claro, no sabía muy bien cómo...joder, qué raro, qué raro...


Yo no hacía nada, no podía moverme. César la tocaba, se cogía la polla, le agarraba el pelo, se reía, jadeaba, me miraba... yo tenía la boca abierta y no podía cerrarla. Apoyado en la pared del váter con los vaqueros por las rodillas y disfrutando como un enano...
Se subió apoyada en los azulejos de colores, se bajó el vestido por el escote y se sacó las tetas. Una para cada uno si me tocáis el pollón a la vez sonrió con los labios mojados de saliva y la pintura un poco corrida, apartándose el pelo hacia atrás.
Yo quería comerme la mía, así que acerqué la boca para mamar a la vez que mi mano se metía por debajo. Al subir la tela vi las medias terminarse en blonda a la altura del muslo y me costaba meter todo en la misma persona. ¿Cómo se podía ser tan femenina con esa verga? !Joder, si es que era una tía! 
Lo más increíble era que me estaba poniendo más, si era posible estar más en celo, tocar su rabo duro, notar como estaba excitándose. Y mientras, los dos mamando, comiéndole las tetazas. Era demasiado.

Llevó sus manos a nuestras pollas y empezó a pajearnos. Los tres dándonos gusto, respirando a trompicones. Creo que fue el único momento en que nadie se reía.
Me venía y no pude evitar susurrar Me corro... con su pezón en la boca y babeando literalmente. Qué rico cariño, suspiró ella. Ahora nosotros y miró a César que soltó un gemido fuerte y le llenó la otra mano de leche mientras ella hacía lo mismo con las nuestras. Mira, mira, decía. Y era un espectáculo ver los tres rabos empalmados y bien sujetos soltando semen, poniendo todo perdido, chorreando el suelo...

En ese momento quise estar en casa, tirado en la cama. No podía reaccionar. Me miraban y se partían de la risa. Nos limpiamos como pudimos. Violeta dijo que para empezar no había estado mal. La próxima más y mejor...jajaja, yo no entendía nada pero sonreí. Estaba en shock. Subimos y nos despedimos. Nos dio un pico y mientras me guiñaba un ojo me dijo: Me alegra que te vayas más relajado... y a los dos, mmmm... gracias chicos...

Cogimos un taxi y aquí estoy a los días pensando y contándoos esto, que fue extraño pero que me ha hecho sentir que de vez en cuando perder el norte por completo puede ser muy revelador ...eso sí, aguantar que tu amigo se descojone de ti todo el día ya no mola tanto... ;)